Videos explicativos: el inmenso placer de comprender
El placer del cerebro al comprender es similar al que produce el opio
Cada vez que el cerebro comprende algo una descarga de endorfinas recompensa a nuestras neuronas con una dosis de placer similar al que provoca el opio. Un estudio del año 2.006 del Dr. Irving Biederman, publicado en la revista American Scientist, llegó a esta sorprendente conclusión: No hay mayor placer para el cerebro que comprender. Y ese placer es similar al que producen los opiáceos. Curiosamente, y esta es la parte que más nos interesa aquí, es la información visual la que mejor activa las partes del cerebro asociadas con el placer y la recompensa. Nuestra afición por las pantallas de televisión, los reproductores de DVD, el cine… nuestra afición a las imágenes, en definitiva, es consecuencia de nuestro deseo de obtener placer a través de la estimulación visual.
Carnívoros, herbívoros e infóvoros
Pero empecemos por el principio: el ser humano tiene una sed innata de información. Estamos diseñados para ser «infóvoros». Evidentemente, el comportamiento infóvoro se activa sólo cuando otras motivaciones más básicas, como por ejemplo la de alimentación, están cubiertas. Pero el sistema infóvoro es muy importante por motivos evolutivos y antropológicos y tiene como objetivo maximizar la velocidad a la cual se adquieren conocimientos aunque no tengamos una necesidad inmediata de ellos. Los conocimientos obtenidos ya tendrán algún valor práctico en el futuro.
Si el comportamiento infóvoro es tan valioso para nuestra especie, uno esperaría que el cerebro tenga mecanismos celulares y moleculares que favorezcan la adquisición de información. Pues bien, Irving Biederman identificó un sistema de ese tipo, una red de recompensas basada en los opioides naturales del cerebro.
Las endorfinas, las responsables del placer
Las endorfinas (el nombre viene de «endogenous morphines») son péptidos opioides endógenos, es decir, producidos por el propio organismo. Se originan en la glándula pituitaria y el hipotálamo durante el ejercicio físico, la excitación, el dolor, el consumo de alimentos picantes o el consumo de chocolate, el enamoramiento y el orgasmo, y son similares a los opiáceos en su efecto analgésico y de sensación de bienestar. No es sorprendente que las zonas del cerebro sensibles a las endorfinas estén generalmente localizadas en partes del sistema nervioso central que están implicadas en la modulación del dolor y la recompensa.
Pero lo que sí es sorprendente es que la sensibilidad a las endorfinas se ha descubierto también en una zona de la corteza cerebral que está involucrada en el procesamiento de la información visual, la denominada vía visual ventral (“ventral visual pathway”). En su investigación, Irving Biederman demuestra mediante Resonancia Magnética que los estímulos visuales provocan una mayor actividad neuronal en esa área y, por tanto, una mayor liberación de endorfinas y un aumento de la estimulación.
Asombroso.
Y apasionante ¿no crees?
Ahora cualquiera puede entender el éxito de los vídeos explicativos y las infografías
¿Qué conclusión se puede sacar de este descubrimiento? Sin duda, muchas, pero desde el punto de vista del Marketing de Contenidos, una de definitiva que a nadie se le puede escapar: los contenidos visuales son una herramienta imprescindible para transmitir información de forma efectiva porque el cerebro humano está genéticamente diseñado para preferirlos. Simplemente le producen placer. Podíamos intuirlo, pero ahora tenemos la confirmación científica.
Te dejamos con un vídeo explicativo que esperamos confirme la teoría del Dr. Biederman y te produzca un cierto placer.